Este año el "Viaje a la Alcarria" estuvo acompañado de lluvia y nieve, que embellecía un paisaje que yo todavía no había visto en primavera, de verdura humedecida y una alegre fauna que se cruzaba en el camino, con corzos, liebres y rapaces nacientes.
Y así llegamos a nuestro destino, fuimos a saludar a nuestro querido órgano histórico de Morillejo para escuchar de nuevo su voz, que sigue cantando después de trescientos años. Yo le añadí la mía y el organista Josep Lluís Viladot sus manos y pies. Y los sonidos salieron a través de la gran literatura musical de Frescobaldi, Vivaldi, Cabezón, Bruna y Fauré. No faltaron Joan Lamote de Grignon (compositor de mi estudio y especialidad) y Ramon Curriá (el músico bisabuelo del organista), puesto que siempre nos acompañan a todas partes, para que los órganos de los distintos lugares hagan relucir su buena música.
Un concierto en Jueves Santo y un viaje de regreso en plena Semana Santa, cuyas procesiones y pasos llenaban las calles de enraizada pasión y profunda espiritualidad. Y de vuelta a Barcelona, sigo escuchando los sonidos... aquéllos del silencio en el paisaje, de las campanas de un templo y de un órgano en su capilla.
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